Si usted, incauto lector, ha caído aquí, debo advertirle: este post trata sobre eso que llaman “violencia de género”, pero se da la circunstancia de que Loca Academia de Vaders no es un blog políticamente correcto, así que si es usted de ésos que se escandalizan ante el lenguaje usado como herramienta de comunicación (o sea, para entenderse) y, además, se cree usted las estadísticas que se empeñan en meternos por los ojos, le ruego que se abstenga de continuar con la lectura y que nos deje en paz a los que nos gusta llamar a las cosas por su nombre. Seguro que hay miles de blogs que serán de su agrado. Siga buscando.

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Excelentísima Secretaria de Estado de Igualdad:

Le escribo en nombre de Loca Academia de Vaders, la academia que intenta formar a vaders y siths con el noble propósito de dominar el mundo, evitando de esta forma que ustedes acaben con él. Nos conocerá por otras cartas que le hemos enviado en el pasado, todas ellas muy interesantes pero que, a la vista de los resultados, deben estar en su cubo de la basura.

El motivo de este escrito es hacerle partícipe de nuestro asombro ante cierto artículo que encontramos el otro día en la edición digital de El País. Se titula ¿Violencia de qué? y lo firman Charo Nogueira y María R. Sahuquillo, dos señoras que, según parece, deben tener un odio atroz hacia todo aquello que haga pipí de pie; odio que, en nuestra opinión, se está fomentando de forma desmesurada. Para que no se me pierda, le voy a copiar el link del artículo en cuestión para que pueda usted leerlo si tiene tiempo:

http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Violencia/elpepisoc/20110408elpepisoc_1/Tes

No tiene desperdicio. Veamos algunas partes con detalle:

El avance de la igualdad genera un rearme del machismo – Un sector de opinión niega la gravedad de las agresiones sexistas y coloca a los hombres como víctimas – Un artículo en favor del ‘monstruo de la webcam’ dispara las alarmas

El artículo “en favor” del monstruo de la webcam al que las autoras se refieren, es una columna firmada por el farsante Salvador Sostres (y digo farsante porque no me creo que este tipo sea así, sino que ha fabricado un personaje polemizante con la intención de forrarse. Y de meter mierda, claro). Esta columna fue retirada de la edición digital de El Mundo tras recibir algunas quejas, así que ya no puede consultarse. Pues bien, en Loca Academia de Vaders sí lo hemos leído y podemos decir que, desde luego, no se trata de un artículo a favor de ese Sr. Monstruo, sino que, simplemente, da una visión de los impulsos que alguien puede tener ante ciertos estímulos y que, aunque lo deseable es controlarlos, nadie puede asegurar al 100% que conseguiría dominarlos. Desde la Academia nos parece, como poco, un pelín atrevido calificar esta columna como “en favor del monstruo de la webcam”, aunque nos duela dejar en buen lugar al impresentable Sostres.

Quizá nunca se había ido tan lejos al justificar un asesinato machista en los medios de comunicación. Y eso, en un país tan sensibilizado como España en la lucha contra la violencia que sufren las mujeres

¿La violencia que sufren las mujeres? Vamos a ver… si viniera de repente un extraterrestre y leyera eso, imaginaría que este mundo tiene un sector de la población, el de las mujeres, sometido a inimaginables vejaciones y que las estarían pegando allá por donde pasan. Si las autoras del artículo me lo permiten, debo rectificarlas: las mujeres NO sufren violencia. La prueba soy yo misma, que soy mujer y no la sufro. A mí no me pegan, en todo caso me pego con alguien, ¡por Dios! Además, conozco a más mujeres, fíjense ustedes, y les aseguro que tampoco sufren violencia. Posiblemente (seguro) haya personas que sufren violencia -mujeres entre ellas- pero ¡señoras! No pueden decir que las mujeres sufren violencia, igual que no pueden decir que las mujeres sufren dolores menstruales, cosa que sólo nos ocurre a algunas desgraciadas.

las medidas en pro de la igualdad real entre mujeres y hombres han generado un rearme del machismo. Este discurso, negacionista o que minimiza la violencia machista coloca a los hombres como discriminados por los avances de las medidas en pro de la igualdad real entre los dos sexos. Lo dicen los expertos.

Ah bueno, si lo dicen los expertos… En la Academia sí hemos detectado discriminación hacia los hombres. La Ley de Igualdad de Género contempla ciertas medidas muy evidentes, por ejemplo algo tan tonto como la desaparición de la presunción de inocencia en el caso de un hombre acusado de violencia por una mujer. Él es culpable y si tiene tiempo, ganas de meterse en líos y mucho ánimo, lo mismo hasta puede demostrar que es inocente. Sólo con esta medida, hemos pasado a darle a la mitad de la población unos privilegios que la otra mitad no tiene. Es normal en una sociedad enferma, pero totalmente reprobable en una sociedad sana. Por tanto, ya sabemos dónde estamos.

El artículo Revanchismo de género, de Enrique Lynch, que publicó EL PAÍS a finales de 2009 levantó una fuerte polémica. Criticaba una campaña contra la violencia machista y recordaba que a los maltratadores han sido gestados y formados por mujeres. Según la Defensora del Lector, ese texto generó un fuerte malestar entre los lectores e hirió "una sensibilidad que forma parte del núcleo central del periódico".

Lógico. Hay que hacer una campaña fuerte para asegurarse de que no se puedan tocar ciertos temas, no vaya a ser que a la gente le de por leer opiniones contrarias a la mía y, quién sabe, lo mismo hasta se me posicionan en contra. Retiremos de los medios todo lo que nos estorbe, y hagamos que sea el propio populacho el que demande esa retirada porque ya habremos conseguido que estén suficientemente sensibilizados con mi tema.

…los denominados posmachistas o neomachistas, hombres que niegan o minimizan la existencia de la violencia de género o aseguran que hay tantos asesinatos de mujeres como de hombres. Los mismos que llaman "feminazis" a las feministas. Aquellos que argumentan las denuncias falsas para echar por tierra una ley que ha conseguido 150.000 condenas en un lustro.

¿Perdón? ¿He leído bien? O sea, que el propósito de esa ley era CONSEGUIR condenas. Madre mía, ahora lo entiendo todo. Desde mi posición privilegiada de mujer, reconozco haber asistido a veces a conversaciones de mujeres hablando mal de sus maridos, y siempre ha salido el tema recurrente del gotelé: “cualquier día de éstos me raspo el brazo con el gotelé y se caga”. ¡Bien! A este ritmo CONSEGUIREMOS muchas condenas más.

Quizás sería interesante ver las características de esas 150.000 condenas porque, de todas ellas, es probable que alguna le haya correspondido a algún paisano que se haya visto en una situación de la que no ha podido salir. Esas cositas pasan y, sin medios para defenderte y con la presión social en tu contra, ya me dirás qué haces; porque lo normal, desgraciadamente, es tragar con lo que nos echen (véase, por ejemplo, eso que tenemos ahora que se llama crisis y cómo hemos tragado para que los bancos se rearmen). Pero vamos, que para poder bombardear con las cifras nos viene de rechupete.

Sra. Secretaria de Estado de Igualdad, yo quisiera preguntarles a todas ustedes -las mujeres que andan detrás de todo esto- si no tienen hermanos, padre, primos… personas muy allegadas pero de sexo masculino. Porque yo sí que tengo y siento que van a por los míos, ¿sabe?. No sé qué haría usted si uno de sus hermanos varones se topara con una pedorra y, por aquello de los estropicios que hacen las hormonas, decidiera tener tratos con ella. ¿Qué haría usted si el día de mañana a la pedorra le diera por deshacerse de su hermano pero aprovechara sus privilegios de hembra para arruinarle la vida? Yo lo tengo muy claro: ante el primer rasguño iría a por ella hasta las últimas consecuencias. ¿Pegarla? ¡Por supuesto que lo haría! Yo también soy mujer y, por eso, aún disfruto de la presunción de inocencia. Aparte de que lo peor que me ocurriría es que tuviera que pagar una multa, y lo haría gustosamente. ¡Menos mal que soy mujer!

Por cierto, como les sale enseguida el calificativo ése de “machista”, quisiera aclarar algo: no, no soy machista. De hecho soy una de las personas menos machistas que conozco. Estudié algo eminentemente masculino sólo porque era algo eminentemente masculino y me veía capacitada para demostrar que podía dedicarme a ello como cualquier señor. Y así lo hice: soy de la constru. He trabajado en la obra haciendo de todo (excepto lo que puede que hicieran ustedes). Cuando he buscado trabajo, al dedicarme a un ámbito eminentemente masculino, en ocasiones he encontrado ofertas de empleo en las que se especificaba que no querían mujeres. ¿Sabe lo que he hecho? Mandarles mi curriculum y decirles en la carta de presentación que ellos se lo perdían, pero que servidora no trabajaría para esa empresa ni por todo el oro del mundo porque eran gentuza. También, en alguna ocasión, he llegado a llamar por teléfono a alguna empresa sólo para insultarlos. Se lo merecían. Pero ustedes no son mejores que ellos. Si quieren luchar por la igualdad, les recomiendo que hagan algo útil, como por ejemplo trabajar en la constru, como yo. ¡Den de llana y demuestren que no temen que se les rompa una uña! Pero, por favor, dejen ya esto que están haciendo. Se están convirtiendo en unas terroristas para la convivencia humana.

Señora mía, creo que ni siquiera están teniendo en cuenta a las mujeres a las que de verdad pegan palizas (en la Academia lo llamamos así ¡qué le vamos a hacer!). Mujeres que, en muchos casos, se encuentran paralizadas ante una situación que las ha superado y son incapaces de reaccionar. Ellas no se merecen esta banalización del tema, con cifras absurdas en los telediarios y chonis venenosas que cuando pretenden interponer una demanda de divorcio, sugieren alegar que su ex las maltrata psicológicamente (es lo que tiene que se haya puesto de moda la pintura lisa; cada vez hay menos gotelé). Todo por machacar a alguien a quien, supuestamente, han querido. ¿Y por qué? Porque pueden.

Pero, sobre todo, recuérdelo: dejen en paz a los míos.

Dios guarde a usted muchos años,

Mara Jade Garland

(Mujer y Vader)