Es posible que mi nuevo estado vader esté afectando a algunas partes de mi cerebro. Es más: estoy empezando a convencerme de que el aumento de lujos y comodidades en mi vida es inversamente proporcional al desarrollo del ingenio para resolver situaciones adversas.

Lo noté el 23 de Julio más fuerte que nunca, cuando me dirigía junto con Darth Eye (mi hermano, antes conocido como Sr. J) a la decimosexta edición de la Euskal Encounter en el BEC! de Barakaldo.

Por más que lo intenté no supe descifrar las instrucciones para pegar la cinta del equipaje en el mostrador de facturación de la T4 de Barajas. Menos mal que el personal de facturación lo hizo por mi. Qué lejos quedan aquellos tiempos en los que acudíamos a la EK party en mi coche, donde apenas cabíamos entre las maletas, las CPU y los monitores, con el asiento trasero lleno de cables y habiéndole negado el sitio a algún que otro tarao que pretendía entrar con su equipo.

En cualquier caso, el 23 de Julio fue un gran día. No por el vuelo a Bilbao con Darth Eye ni por alojarnos en el Novotel  de cuatro estrellas enfrente del BEC. Tampoco por acreditarnos en la Euskal un día antes de su inauguración y poder ver la partyplace casi vacía. Ni siquiera por tener la sana intención de dedicar la noche a recorrernos el casco viejo de Bilbao de pintxo en pintxo. No, nada de eso. Fue un día genial porque, por primera vez, alguien se sinceró conmigo esperando en una cola en el aeropuerto.

– Soy la última.

– Vale. Gracias.

– No, no. Que soy la última. Que después de atenderme a mi cerrarán el mostrador.

– ¡Aaaah! Que eres la última… pero de verdad. Eres la primera última de verdad que conozco.

Qué grande ser la última. Qué grande poder decirlo. Bravo por ella.

Una vez sentados en nuestros asientos del avión de Iberia y haciendo alarde de mi nuevo estado de pija, estuve enseñándole a Darth Eye mi nuevo teléfono móvil Nokia N-73, presumiendo de sus numerosas aplicaciones y de su fabulosa resolución de pantalla. Por supuesto tuvimos tiempo también para disfrutar de mi iPod Touch de 16 Gb a pesar de que no le había transferido ninguna película nueva.

Durante el vuelo pensé que Darth Eye tampoco había sabido pegar el adhesivo de la cinta del equipaje y que él también se estaba apijando bastante. Todo tenía relación. Entonces miré a mi alrededor y no tuve ninguna duda: ya éramos vaders consolidados: yo estaba tomando notas en mi vaderlibreta de Jordi Labanda en el atril del asiento de un avión cuyo billete me había costado una pasta y Darth Eye estaba leyendo un periódico, el «Universal» – Diario Exclusivo para los Clientes de Iberia, cágate lorito,  aprovechando que había configurado su móvil en «Modo Avión».

Llegamos al hotel sobre las 13:30 h. Teníamos hambre y había que decidir dónde comer, pero necesitábamos un sitio vader que pudiera adecuarse a nuestros bolsillos, hecho que nos hizo descartar el restaurante del hotel. Darth Eye propuso un lugar espeluznante: el Ikea y sus albóndigas suecas.

Pero esto ya es carne de otro post, no como la de las albóndigas, cuyos ingredientes tienen un origen incierto que no sé si quiero conocer.

Tras esta introducción podremos disfrutar de una nueva edición de «Vaders en la EKP16»  en la que  aprenderemos, entre otras cosas, cómo debe comportarse una pija ante la comida aún teniendo un apetito voraz.  No os lo perdais o lo lamentareis el resto de vuestros días.